domingo, 10 de julio de 2011

De los 40 para arriba.. haz lo que el cuerpo te pida

Una de las características inseparables de pasar de los 40 es ese creciente, constante e insistente deseo de hacer balance de tu vida y de cómo en qué circunstancias, has llegado hasta donde ahora te encuentras. No puedes evitar pensar que ya estás más cerca del final que del principio. Tampoco se te escapa ver que el tiempo pasa inexorable para todo y para todos, y cómo los que antes gateaban, ahora te miran desde arriba; y los  que antes te preguntaban con curiosidad, ahora te afirman con la rotundidad incuestionable que tú también tuviste tiempo atrás; y a muchos de los que les preguntabas… ya no puedes hacerlo.

Pero después de los 40 aún hay vida. Déjate de depresiones galopantes y de gilicagadas por el estilo y aprovecha la experiencia que tienes, con la energía que aún debe quedarte. Porque tanto una como otra, lo admitas o no, forma parte irrefutable de tu camino personal recorrido hasta este punto y este momento. Una vez más, como en tantas cuestiones de la vida, es tu actitud la que te puede ayudar a construir tu propio destino.

Así que me niego a ser un cuarentón en fase descendente, que está más tiempo melancólico que alegre, nostálgico que feliz y advierto que a nadie se le ocurra espetarme aquél refrán que dice “De los 40 para arriba, no te mojes la barriga”, porque entonces le espetaré yo este otro de cosecha propia: “De los 40 para arriba… haré lo que el cuerpo me pida.” ¿Y por qué este desaire? Pues porque tengo el punto de madurez necesario para no correr antes de andar, para no querer llegar a la meta antes de partir; pero también tengo la capacidad de hacer las cosas que se me quedaron en el camino, porque aún estoy a tiempo, porque son aquellas cosas que estaban por encima del dinero y son las que realmente deseaba (y aún deseo) hacer.

Por favor, vayan apartándose, quítense de en medio y no estorben, todos los que crean que el mundo no está en manos de los que pasan de los 40, porque a nosotros nos toca ahora más que nunca poner otro ritmo en esta carrera sin sentido, en esta avalancha de información imposible de asimilar, en esta vida delante de un cuadro (ya sea una televisión, un ordenador, un móvil o cualquier otro artefacto tritura-tiempo). Por eso quiero que, si eres de los que está en este barco (o a punto de embarcar), te des cuenta de que es un privilegio esta travesía y en lugar de mirar al mar con la vista perdida en las profundas aguas, mires al horizonte y te ilusiones con llevar tu barco hasta esa isla paradisíaca que siempre soñaste (suena un poco cursi, pero el mensaje debes cogerlo y aprovecharlo).

Yo por mi parte, he optado por “la bolsa” como el medio que me permita romper la baraja y hacer todo lo que no hice condicionado por el dinero, y no tener que hacer todo lo que detestaba, precisamente a cambio de dinero. Tú puedes hacer lo que quieras, pero deja de mirar a los 40 por el retrovisor y aprovecha el viento que te está dando en la cara, mientras haya frescura en el ambiente… porque nada es eterno.

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