sábado, 26 de marzo de 2011

El brillante empresario que se arruinó en bolsa

Érase una vez un rico y brillante empresario, que amasó una importante fortuna a base de mucho esfuerzo, dedicación y una voluntad férrea en mejorar constantemente los resultados de su próspera empresa. Y tal era el estado de bonanza y triunfo en el que se encontraba, que llegó a sentir un profundo aburrimiento, presa de la monotonía con la que su riqueza crecía con pasmosa facilidad.

Y así fue como un buen día (o un muy mal día, según como se mire) decidió invertir en bolsa. Siempre le había atraído el mundo de las finanzas y ahora tenía tiempo, dinero... y un historial impecable de un triunfador hecho así mismo. Estaba claro: volvería a sentir la emoción y el riesgo de antaño, y de paso se anotaría otro trofeo para su palmarés de gladiador.

Pero cuál fue su sorpresa cuando se encontró con que no sólo era incapaz de ganar dinero en bolsa sino que lo perdía con alarmante facilidad y a una velocidad que se aceleraba de forma peligrosa e incontrolable, con cada nueva operación que realizaba. Y así estaba una tarde el empresario sumido en la más absoluta desesperación e impotencia, viendo cómo había días que perdía en bolsa más dinero de lo que ganaba en su empresa, cuando se le acercó un buen amigo y le regalo esta reflexión: 

"Te recuerdo en tus comienzos como empresario, absorbiendo todo lo que estuviera a tu alcance relacionado con tus productos, con tu sector, con el trato al cliente, con las estrategias de venta y etc. etc. Y sin embargo, no te he visto en ningún momento formándote en la bolsa lo más mínimo (ni un curso, ni un seminario, ni un simple libro...). Y me pregunto dónde estará la causa: ¿estás mayor? ¿crees que es fácil? ¿o simplemente piensas que por ganar dinero con tu empresa lo puedes hacer igual en la bolsa?".

Y así fue como el  exitoso empresario pero derrotado trader, encajó esta cura de humildad y se dio cuenta de que para llegar a la cima, además del trabajo y del valor, siempre hay que añadir una dosis generosa de conocimiento, fruto de no pocas horas de estudio y dedicación.

Quizás, una de las mayores falacias en el mundo de la bolsa sea pensar que se puede ganar el dinero simplemente con leer la prensa salmón de cada mañana u oír un par de tertulias financieras de turno. Y quizás por eso una de las Leyes de Oro que aparecen en el libro sea: "Estudiaré y me formaré antes de operar en bolsa".

Sólo quizás...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.